26 de diciembre de 2013
16 de diciembre de 2013
Tocar el fondo de lo que soy
A pique - Aca Seca Trío
Que cosa que de repente se me ha
ido el suelo y está el vacío esperándome
nada me puede atajar nada firme
adelante mío no es que me caiga
se me ha ido el suelo y lo voy a seguir.
No te asustes, no, no te asustes
si ves que como respaldo lo tengo al viento
y no queda nada bajo mis pies
me voy a pique nomás
y aunque rompa el aire de un tajo,
no es que me caiga, es que voy pa' abajo
a tocar el fondo de lo que
soy de una buena vez.
No me llores, no, ya he de venir
voy a encontrarme con mi suerte
buscando lejos de todo lugar
hasta lejos de mí.
De lo más hondo te quiero pedir.
A gatas abro los ojos de tanto miedo
no hay asidero que pueda ver
bajo zumbando nomás
no hay abrazo ni soledad donde me he metido
nada se ve, y hay que seguir.
No te asustes, no, no te asustes
si ves que no quedan voces al lado mío
que me hagan bulla y me hagan reír
nadie se puede acercar
pero, hermano, no hay soledad
donde me he metido
me arenga el aire con su silbido
y me da su mano para seguir.
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Acuareleando el sur
Noche estrellada
Arrayán bajo el agua calma
Arrayán junto al río
Cipreses en la cima
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25 de julio de 2012
20 de julio de 2012
13 de julio de 2012
En la montaña, un imperio de sol
Zamba de los dioses.
Cae la tarde en los sauces
a la orilla del canal,
la luz cumbreña derrumba otra vez
en la montaña un imperio de sol,
todo el paisaje parece decirme adiós
en esa luz que se va.
Venga la luna del otoño
sube y sube el arenal
sobre las viñas derrama su luz
luna de marzo, rocío y canción
me va pisando la sombra porque me voy
llenando de soledad.
Cómo olvidar el agua
que andaba en la acequia regando tonadas
cuando eras leyenda, Mendoza mía,
bajo el cielo enorme
de tu Aconcagua
Hoy se quedó en la ausencia
y el corazón no sabe decir adiós.
Cuando te piense de lejos
patria verde del lagar
volveré niño aromado de amor
al viento brujo del cañaveral
Iré a hondazos de sueños por el canal
mirando al adiós pasar.
Nadie se va de Mendoza
aunque piense que se va.
Madre es la tierra y el hombre raíz
árbol que crece en la paz estival
quedó durando en tu sangre porque yo soy
guitarra que volverá.
a la orilla del canal,
la luz cumbreña derrumba otra vez
en la montaña un imperio de sol,
todo el paisaje parece decirme adiós
en esa luz que se va.
Venga la luna del otoño
sube y sube el arenal
sobre las viñas derrama su luz
luna de marzo, rocío y canción
me va pisando la sombra porque me voy
llenando de soledad.
Cómo olvidar el agua
que andaba en la acequia regando tonadas
cuando eras leyenda, Mendoza mía,
bajo el cielo enorme
de tu Aconcagua
Hoy se quedó en la ausencia
y el corazón no sabe decir adiós.
Cuando te piense de lejos
patria verde del lagar
volveré niño aromado de amor
al viento brujo del cañaveral
Iré a hondazos de sueños por el canal
mirando al adiós pasar.
Nadie se va de Mendoza
aunque piense que se va.
Madre es la tierra y el hombre raíz
árbol que crece en la paz estival
quedó durando en tu sangre porque yo soy
guitarra que volverá.
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11 de julio de 2012
2 de julio de 2012
15 de junio de 2012
15 de mayo de 2012
Posibilidades de la abstracción
Trabajo desde hace años en la Unesco y otros organismos internacionales, pese a lo cual conservo algun sentido del humor y especialmente una notable capacidad de abstracción, es decir que si no me gusta un tipo lo borro del mapa con sólo decidirlo, y mientras él habla y habla yo me paso a Melville y el pobre cree que lo estoy escuchando. De la misma manera si me gusta una chica puedO abstraerle la ropa apenas entra en mi campo visual, y mientras me habla de lo fría que está la mañana yo me paso largo minutos admirándole el ombliguito. A veces es casi malsana esta facilidad que tengo.
El lunes pasado fueron las orejas. A la hora de entrada era extraordinario el número de orejas que se desplazaban en la galería de entrada. Encontré seis orejas, en la cantina, a mediodia, habia más de quinientas, simétricamente ordenadas en dobles filas. Era divertido ver de cuando en cuando dos orejas que remontaban, salían de la fila y se alejaban. Parecían alas.
El martes elegí algo que creía menos frecuente: los relojes pulsera. Me engañé, porque a la hora del almuerzo pude ver cerca de doscientos que sobrevolaban las mesas con un movimiento hacia atrás y adelante, que recordaba particularmente la acción de
seccionar un biftec. El miércoles preferí (con cierto embarazo) algo más fundamental, y elegí los botones. ¡Oh espectáculo! El aire de la galería lleno de cardúmenes de ojos opacos que se desplazaban horizontalmente, mientras a los lados de cada pequeño batallón horizontal se balanceaban pendularmente dos, tres, o cuatro botones. En el ascensor la saturación era Indescriptible: centenares de botones inmóviles, o moviéndose apenas, en un asombroso cubo crlstalográfrco. Recuerdo especialmente una ventana, (era por la tarde) contra el cielo azul. Ocho botones rojos dibujaban una delicada vertical, y aquí y allá se movian suavemente unos pequeños discos nacarados y secretos. Esa mujer debía ser tan hermosa.
El miercoles era de ceniza, día en que los procesos digestivos me parecieron ilustración adecuada a la circunstancia, por lo cual a las nueve y media fui mohíno espectador de la llegada de centenares de bolsas llenas de una papilla grisácea, resultante de la mezcla de corn-flakes, café con leche y medialunas. En la cantina vi cómo una naranja se dividía en prolijos gajos, que en un momento dado perdían su forma y baJaban uno tras otro hasta formar a cierta altura un depósito blanquecino. En ese estado la naranja recorrió el pasillo, baJó cuatro pisos, y luego de entrar en una ofIcIna fue a inmovilizarse en un punto situado entre los dos brazos de un sillón. Algo más lejos se veia en anlogo reposo un cuarto litro de té cargado. Como curioso paréntesis (mi facultad de abstracción suele ejercerse arbitrariamente) podía ver además una bocanada de humo que se entubaba verticalmente, se dividía en dos translúcidas vejigas, subía otra vez por el tubo y luego de una graciosa voluta se dispersaba en barrocos resultados. Más tarde (yo estaba en otra oficina) encontré un pretexto para volver a visitar la naranja, el té y el humo. Pero el humo había desaparecido, y en vez de la naranja y el té había dos desagradables tubos retorcidos. Hasta la abstracción tiene su lado penoso; saludé a los tubos y me volví a mi despacho. Mi secretaria lloraba, leyendo el decreto por el cual me dejaban cesante. Para consolarme decidí abstraer sus lágrimas, y por un rato me deleité f con esas diminutas fuentes cristalinas que nacían en el aire y se aplastaban en los biblioratos, el secante y el boletín oficial. La vida está llena de hermosuras así.
Julio Cortázar
Óleo sobre fibrofácil
30 x 70 cm
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ÓLEO,
SOBRE FIBROFÁCIL
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